Si la colocamos en una línea ascendente de gravedad de emociones, podríamos empezar por sentirse, enfadado, malhumorado, geniudo, rabioso y acabar en iracundo, y por otro lado también podría comenzar por sentirse dudoso, triste, enfadado, conflictivo, geniudo, rabioso e iracundo. No sé, esto no es una escalada única que todo el mundo siente de manera uniforme, cada uno tiene sus escalas de emociones que pueden acabar en la ira.
Podemos hablar de dos formas de Ira:
- “Estado de ira” un momento o situación que subjetivamente vivimos con sentimientos de enfado, furia o rabia, con tensión muscular y excitación del sistema neuroendocrino y del sistema nervioso autónomo, pero que disminuye cuando la situación finaliza.
- “Rasgo de ira” es la forma de vivir un episodio, situación o momento de forma frustrante y responder normalmente con ira, mientras que otras personas ante la misma situación no sienten esa intensidad de ira.
En resumen, en el primer caso y de forma coloquial diríamos: menudo ataque de ira tienes y en el segundo caso, cuando es un rasgo, comentaríamos: siempre respondes con ira, o ante cualquier cosa te pasas de rosca, se te va la olla, o parece que te da un ataque, (porque el término airado no es muy coloquial).
Son dos maneras diferentes del mismo concepto, En el estado, la Ira es poco usual pero muy descontrolada y en el rasgo, podíamos decir que es la manera habitual de ser un individuo, suele tener ira, suele estar enfadado, decimos que él o ella son así.
Tenemos dos formas de expresar la ira:
- Hacia adentro. Cuando la Ira la volcamos hacia nosotros mismos reprimiendo su expresión, haciéndonos daño a nosotros mismos.
- Hacia afuera. Cuando manifestamos la ira hacia otras personas tanto verbal, como físicamente, hacia las personas u objetos que se encuentren en el entorno.
En los dos casos, necesitamos controlar la Ira, tanto la interna como la externa, ¿cómo? con sosiego, relajación y moderación, ante aquellas situaciones que nos enojan, nos ponen los pelos de punta y nos sacan de nuestras casillas.
Niños y niñas aprenden poco de lo que les decimos y mucho de lo que nos ven hacer. Es rídiculo oir a una madre o un padre que a voz en grito y con furia dice a sus hijos: ¡Calmaros de una vez!, ¿qué credibilidad tiene? ¿cómo se puede pedir calma con gritos?
La Ira, llamémosla enfados gordos o conflictos gordos se trabajan en familia, y se aprenden en familia y si alguno de los padres tiene rasgo o tendencia de ira, más todavía.
Podemos elegir. A un conflicto gordo podemos echarle leña para que arda con más potencia o gasolina para que crezca a mayor velocidad, o podemos utilizar otros muchos actos, materiales, herramientas, para poder sofocarlo.
Y, todavía más allá, podemos ser capaces de aprender a prevenir estos ataques de cólera no encendiendo la mecha, echando agua, con un extintor, o simplemente retirando el mechero que está cerca de la mecha antes de que la ira sea una hoguera.
La forma de hacerlo la podéis encontrar en la categoría Manuales de la página web, Creciendo en Espiral, allí hallaréis infinidad de sistemas apaga fuegos o de estrategias para que el fuego no prenda, se llama: El enigma de la Ira.
Los manuales, son cuadernos de trabajo divertidos y amenos, en los cuales cada miembro de la familia tiene que ejercitarse tanto en la prevención del incendio como en la acción de bombero para apagar el fuego.
¡Iníciate en prevención de incendios!